23 ago 2014

MOUNT OLLIVIER (AORAKI / MT COOK NATIONAL PARK): ¡HAY QUE VER!! 17-07-2014

Disfrutamos de las primeras vistas del Aoraki/Mount Cook conduciendo por la SH8 hasta el lago Pukaki. Nos ponemos en la piel de Abel Tasman, el primer europeo que en 1642 descubrió la que es la montaña más alta de Nueva Zelanda. Entonces era Aoraki, la joven hija de Rakinui protagonista de la leyenda maorí que da origen a las islas de Aotearoa.




La Scenic Road que bordea la costa occidental del lago Pukaki nos obliga a parar una y otra vez a fotografiar esta maravilla. El tiempo no podía ser mejor. El paisaje es fabuloso. Pensar que normalmente está oculto por nubes... Los nervios y la emoción nos invaden, de verdad. No podemos creer que estemos en plenos Alpes Neozelandeses.



El P.N. Aoraki/M. Cook, parte de la llamada Te Wahipounamu junto a los P.N. de Fiorland, Monte Aspiring y Wetland, es Patrimonio de la Humanidad, con 140 cumbres que superan los 2000m y casi la mitad de su territorio cubierto por el hielo de 72 glaciares. Resulta casi increíble ya que la altitud no es para tanto. ¿No será que estamos  en el ficticio Caradhras, en el Señor de los Anillos?


Amanece rosa en Mount Sefton después de una fría noche en el Camping Ground del DOC. Algo hemos hecho bien para merecer otro espectacular y precioso día! Ni una sóla nube en el cielo! Sin prisa, que el frío también es espectacular, -6,5º.


Mt. Sefton

Mt. Cook

Iniciamos senda por un pasillo estrecho de vegetación autóctona cubierta por curiosas escamas de nieve. Este sendero se dirige a un mirador, el Kea Point (2h ida/vuelta). Pronto comienzan las 1.850 escaleras, sí, sí. Al ganar altura el Mount Cook acompaña al Sefton que se disfruta desde el comienzo. Van apareciendo el Mueller Glacier Lake, el propio glaciar y sus inmensas morrenas.

subimos con el Sefton vigilándonos

El Hooker Valley queda atrás

Detrás el Hooker Glacier Lake que da nombre al valle, Hokker Valley.

Mt. Cook, Mueller lake y Hooker lake

El Aoraki, cada vez más espectacular. En 1851 el capitán John Stokes lo bautizó como Mount Cook para homenajear al primer explorador que al mando del HMS Acheron circunnavegó las islas de NZ en 1770: James Cook. Aunque tiene gracia, éste nunca divisó esta montaña de 3.724m en su expedición!

Rebasado el desvío al mirador, no podemos dejar de subir. Qué ascensión!. A pesar del contraluz de la mañana no dejamos de detenernos y hacer fotos. Qué ambiente! Continuamos por la Sealy Tarns, senda a los lagos que asciende hasta el Mueller Hut en 3-4h. A las 2h aproximadamente acaban las escaleras y aparecen unas trazas de esquí. Es la zona más expuesta a las avalanchas, perfectamente indicada por supuesto.
Se llega a una especie de collado y al girar nos quedamos sin habla: el Sefton entero, un nuevo valle  inmenso, más, más y más montañas, los glaciares que parece que nos van a caer encima.


Enfilamos hacia el Mueller Hut, todavía nos va a costar una media horica. El refugio de 30 literas está  perfectamente equipado, un lujo.


Mueller Hut bien visible 
Detrás del refugio el Mount Ollivier (1933m) nos está llamando, y no nos resistimos, no podemos parar. El clima de esta zona es severísimo, a tan sólo 44km de la costa la meteo aquí es muy cambiante debido a la influencia del mar de Tasmania que se traduce en vientos y tormentas súbitas. Así que, este regalo hay que aprovechar.

En la terracita del Mueller Hut
Seguimos unas trazas hacia la cima, está más allá (las cimas casi siempre están más allá), tras recorrer la arista.





El descenso es cómodo, bastante rápido y es que estamos eufóricos. Los paisajes que hemos visto y el ambiente del que hemos disfrutado no lo vamos a olvidar nunca.




Parece que no nos queremos ir. De vuelta, en la carretera, tras rebasar el cruce que se dirige al Tasman Valley tenemos dudas de si entrar y retrocedemos para tomar unas fotos del Tasman valley. Cuesta irse. Pero es tarde y continuamos ruta a Twizel.


Ha sido un día histórico. Nos vamos con el sentimiento de llevarnos uno de esos tesoros que quedan para siempre, que no se gastan ni desaparecen y te hacen más rico. Uno de esos recuerdos a los que recurres tanto en los días de euforia, como en los de tristeza, antídoto  para todo.



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